26 febrero 2009

HERMINE GALLIA Y GUSTAV KLIMT






Gustav Klimt escribió : “Estoy convencido de que no soy una persona especialmente interesante. No hay nada especial en mí. Soy pintor, alguien que pinta todos los días de la mañana a la noche. Figuras, paisajes; de vez en cuando, retratos. Las palabras habladas o escritas, no me salen con facilidad, especialmente cuando tengo que decir algo sobre mi mismo o sobre mi trabajo…Si alguien quiere descubrir algo en mi …, puede contemplar atentamente mis pinturas y tratar de descubrir a través de ellas lo que soy y lo que quiero”.

Sin embargo, el hombre poco interesante será uno de los creadores más originales en las primeras décadas del siglo XX.



RETRATO DE HERMINE GALLIA (1903-1904)
Óleo sobre lienzo, 170,5 x 96,5 cm

Nacional Gallery, Londres.

Esta obra iniciada en 1903 y expuesta inconclusa en la muestra que al año siguiente la Secesión dedicaba a Gustav Klimt, es uno de los primeros retratos por encargo dentro de la producción del pintor en el que aparecen los elementos decorativos de tipo geométrico tan característicos de sus creaciones posteriores, aunque en este caso intervengan de una forma casi imperceptible en la parte inferior del vestido y en la alfombra sobre la que se sitúa la mujer. Pero la obra se concibe en un estilo altamente naturalista.

Hermine Gallia (1870-1936), fue miembro de una de las familias más importantes en la Viena de comienzos de siglo en lo que a economía y protección de las artes se refiere.

Hermine Gallia aparece elegantemente vestida en un traje de gasas, encajes y bordados representado en todo su esplendor volumétrico y lumínico gracias a una postura, intermedia entre el retrato de perfil y el retrato frontal, que facilita el giro de la cola sobre la alfombra. Tras realizar alrededor de 40 bocetos, semejante recurso fue el que permitió al pintor concentrar la atención en la gran masa de telas bajo la cual se disuelve el cuerpo de la retratada.

Como en la mayor parte de los retratos realizados por este artista vienés, el de Hermine Gallia representa a una mujer de gran belleza, cuyo rostro está enmarcado por su cabellera negra recogida sobre la nuca. Aunque en esta pintura Klimt no utiliza un colorido demasiado amplio ni contrastado, es evidente que con una restringida gama consigue unos resultados extraordinarios.

Las tonalidades cambiantes del vestido, así como las del fondo del cuadro, son de gran suavidad y elegancia. El carácter vaporoso de la tela de gasa del vestido está conseguido aplicando una técnica de pincelada suelta y visible.




El rostro queda enmarcado por el cabello negro y el rubor de las mejillas se acentúa para conferir mayor expresividad y belleza.

La riqueza de la vestimenta que lleva Hermine Gallia se pone sobre todo de manifiesto en el bello bordado que luce en la zona de la cintura. Acordes con este detalle están las sortijas de piedras preciosas que se ven en sus manos.






El retrato responde al gusto típicamente modernista en los contornos de la retratada, deudores tanto del ritmo sinuoso del Art Noveau como de los perfiles de las geishas de las estampas japonesas que se manejaban en la época, y en la atmósfera armoniosa del conjunto tan cercana a los retratos de sociedad realizados por James Mc-Neill Whistler.

La obra originariamente en la colección de la familia Gallia, perteneció al profesor Hans Jahre de Viena hasta que en 1976 pasó a formar parte de los fondos de La Nacional Gallery de Londres.


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SIGLO XIX – Art Nouveau – KLIMT

El año 1886 es una fecha clave para comprender el comienzo del cambio de las sensibilidad estética europea, se celebraba la última exposición impresionista con la que, simbólicamente se cerraba un periodo artístico nacido en la década de 1860, dejando su lugar a unas nuevas generaciones de creadores cuyos planteamientos eran bien distintos: Crear un arte basado en las experiencias humanas, como la invención, el sentimiento o las emociones. El artista crearía a su manera las formas y los colores. Movió a numerosos artistas a realizar un arte que fuese una evasión del mundo. Tendencias y corrientes como el Simbolismo o el Art Nouveau encarnaron estas nuevas ideas que por su modernidad, ya anunciaban los planteamientos de muchos de los movimientos de los primeros años del siglo siguiente (cubismo, arte abstracto…) no obstante fue un poco antes, en el mismo seno del Postimpresionismo. Tenemos que enfrentarnos a figuras como Paul Gauguin y Vincent Van Gogh en las que se pueden entrever algunos de los rasgos propios de la época que también engendraría a otro gran creador como Gustav Klimt.

El Art Nouveau constituyó un amplio movimiento artístico que floreció entre 1890-1905 en Europa y en Estados Unidos. Antes de aplicarse a dicho movimiento, el término Art Nouvea designó al establecimiento que Samuel Bing inauguró en Paris, en 1895, una galería especializada en artes decorativas y objetos del lejano Oriente, que también expuso las obras de algunos artistas europeos contemporáneos.

Empezó a difundirse en Viena y Munich a través de una asociación artística fundada en 1897, conocida como secesión. El Art Nouveau preconizó la unidad de todas las artes, algo que se había perdido en el siglo XIX.

CARACTERISTICAS PRINCIPALES.
Las representaciones privilegiaron las curvas femeninas, el mundo vegetal y la repetición de movimientos geométricos, y las composiciones de carácter simplificado, renunciaron a la profundidad. Las pinceladas libres plasmaron arabescos, esquematizando y perfilando las formas, y en su renuncia al volumen, los artistas pintaron vastos planos de colores intensos y uniformes.


GUSTAV KLIMT



El pintor manifestó: “No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia personalidad como objeto de un cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias…estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante”.


El austriaco Gustav Klimt (1862-1918) pintor y artista gráfico de fuerte personalidad y gran talento, fundó en 1897 el movimiento vienés secesión. Klimt tradujo las ideas abstractas en símbolos poéticos, gracias a la aplicación de pan de oro y plata a la pintura, la estilización de las curvas femeninas y la decoración de los cuadros con profusión de motivos inspirados en los mosaicos bizantinos.

Su pintura inicial estaba inspirada en los suntuosos diseños decorativos de Makart (el llamado “príncipe de los pintores”).

Debe sus influencias al impresionismo, simbolismo y al Art Nouveau. Con su obra de gran simbolismo, mostró una especial sensibilidad por la belleza y el misterio femenino. Influyó en artistas como Kokoschka y Schiele.

Gustav realizó algunos viajes, visitando Munich una de las ciudades más vanguardistas del momento. En este viaje pudo conocer la obra de Fernand Khnopff, cuyo estilo simbolista influirá en los trabajos realizados por Gustav entre 1895-1898.

Una de las principales exposiciones del grupo secesionista será la organizada en 1902, dedicada a la escultura de Beethoven realizada por Max Klinger. Para este importante evento, Klimt pinta una de sus obras fundamentales: El Friso de Beethoven. Richard Wagner, presente a través de la obra de Klimt y que celebra justamente, el “Friso de Beethoven”, inspirado en la novena sinfonía y que relata en forma alegórica la salvación del hombre a través del arte.




Detalle del Friso de Beethoven


También en 1903 hace un importante viaje por Italia, visitando Florencia, Venecia y Rávena, interesándose por los mosaicos bizantinos, que decoran las iglesias de San Vital y San Apolinar. Algunos estudiosos sugieren que esta doble visita a Rávena provocará el inicio de “su fase dorada”, cuyas obras más importantes son “El beso” y el retrato de Adele Bloch-Bauer I.


El Beso



Retrato de Adele Bloch-Bauer I


En 1909 visita París, interesándose especialmente por la obra de Toulouse-Lautrec y de los fauvistas, encabezados por Matisse. También le llaman la atención los trabajos de Van Gogh, Gauguin y Munch. A su regreso a Viena se produce un importante cambio en su pintura ya que finaliza la época dorada y empieza la etapa identificada como caleidoscópica, ya que el decorativismo y la diversidad de colores se adueñan de las telas, como se puede observar en Muerte y Vida o el retrato de Eugenia Primavesi



Retrato de Eugenia Primavesi


Será en 1911 cuando realice un largo viaje por Europa visitando diversas ciudades, entre ellas Madrid, donde pudo contemplar los trabajos de su admirado Velázquez. No olvidemos que Klimt llegó a manifestar que solo había dos pintores en la historia: Velázquez y él mismo.

Karl Moll decía: “Le gustaba levantarse temprano y necesitaba hacer ejercicio… No descansaba a mediodía. Con frutas y dulces tenía bastante hasta la cena, que tenía que ser de lo más abundante”.

La muerte de la madre del pintor en 1915 supondrá un duro golpe para él, provocando que su paleta se haga más oscura, lo que conducirá a que sus paisajes tiendan al monocromatismo.


Lo que se conoce de su personalidad es fundamentalmente gracias a terceras personas, recuerdos de amigos o comentarios de sus seguidores. En uno de los textos se le describe: “Es bajo y corpulento, más bien grueso, atlético…, posee unos modales divertidos, rudos y genuinos, la piel morena de un marino, pómulos marcados y ojos pequeños vivaces. Quizás para alargar un poco su rostro lleve el pelo levantado a la altura de las sienes. Esto es lo único que de lejos, permite intuir a un individuo cuya ocupación es el arte. Tiene una voz potente y habla con un acento marcado. Le gusta mucho bromear

Otros textos en cambio le describen como una persona ”callada”.

El completo desinterés del propio Klimt hacia su persona se manifiesta en la inexistencia de autorretrato alguno, a excepción de una pequeña caricatura y algunos elementos de ciertas obras que se han considerado como autorretratos.

No era una persona social, sino más bien un hombre solitario, y la preocupación de sus hermanos era evitarle las molestias de la vida diaria. “Cada noche venía a casa, tomaba la cena en silencio y se iba a la cama… Cuando había descansado, retomaba con tal ímpetu el trabajo que a menudo pensábamos que las llamas de su genialidad lo consumirían vivo…”

Arte refinado y decorativo, cuyas suntuosas alegorías femeninas chocan a menudo a sus contemporáneos, al igual que las elucubraciones inquietantes del Dr. Freud. Sus paisajes, más bien tardíos en su obra, no responden a ninguna exigencia topográfica ni naturalista. De formato a menudo cuadrado y sin abrirse a ninguna lejanía, aparecen más bien como superficies planas con motivos geométricos, como el mosaico de los “Rosales bajo los árboles”.



Rosales bajo los árboles


En sus obras del último año del siglo XIX muestran la determinación del pintor por continuar arriesgando en sus creaciones artísticas.

Schiller dijo: “Si no puedes agradar a todos con tus acciones y tu arte, agrada a unos pocos. Agradar a muchos es malo”.

Las palabras de Schiller con que había ilustrado su representación de Nuda Veritas dos años antes tomaban su aplicación práctica: la verdad sólo se puede dar tal cual es, desnuda, sin ropajes o máscaras. Y toda la controversia suscitada por su obra no hacía sino reflejar la dialéctica entre tradición y modernidad.



Nuda Veritas

La mayoría de sus cuadros están cargados de un sentido lírico-decorativo y retratan a mujeres fatales, jóvenes, pelirrojas y sensuales.

Murió en el año en el que también desaparecerán grandes figuras de la creación como: Otto Wagner, Koloman Moser y un joven Egon Schiele.

El legado artístico de Gustav Klimt requiere, y seguirá requiriendo, nuevas retrospectivas que nos aproximen a una obra que, en tanto eterna, será siempre inagotable.

Como se deduce, Gustav Klimt era una persona introvertida, callada, con un enigmático mundo interior; pero no obstante, una persona que se vio eclipsada como tal por su condición innata de artista.

Gustav Klimt es uno de los creadores más originales de las primeras décadas del siglo XX y más significativos en la Historia del Arte.

Bibliografia:
Museos del Mundo.National Gallery
Mil Pintura de los Grandes Maestros.
Museo d´Orsay.París
Klimt.El artista del alma

Grand Hotel de Paris.Calamanda


¿Habrá que sufrir eternamente, o eternamente


huir de lo bello? ¡Déjame, Naturaleza,


hechicera sin piedad; rival siempre victoriosa!


¡Cesa de tentarme, en mis deseos y en mi


orgullo! El estudio de la belleza es un


duelo en el que el artista grita de


espanto antes de ser vencido.

El confiteor del Artista
De Spleen de París (Baudelaire)


El padre del simbolismo fue el poeta francés Charles Baudelaire, una de las figuras clave, junto a Klimt del simbolismo pictórico